Apresurarse hacia la automatización es peligroso. Para apoyar la prosperidad compartida, la inteligencia artificial debe complementar a los trabajadores, no reemplazarlos.

Hay muchas predicciones optimistas sobre el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el crecimiento. Según Goldman Sachs, su implementación podría impulsar el crecimiento de la productividad en 1,5 puntos porcentuales en 10 años y aumentar el PIB mundial en un 7% (7 billones de dólares en producción adicional). Los expertos de la industria tienen predicciones aún más entusiastas, diciendo que la producción global aumentará más del 30% anualmente, con un 10% de posibilidades de "crecimiento explosivo".


Todo este optimismo tecnológico está inspirado en el “efecto dominó de la productividad”. Es decir, una creencia profundamente arraigada de que el cambio tecnológico, incluida la automatización, conducirá a una mayor productividad, lo que a su vez conducirá a un salario neto más alto y a una prosperidad compartida.

Este optimismo está en desacuerdo con los registros históricos y parece particularmente inapropiado dada la tendencia actual de darle a la IA su curso natural y centrarse principalmente en la automatización (reemplazo de humanos). Necesitamos reconocer que el desarrollo de nuevas tecnologías no tiene por qué seguir un camino único e inevitable. Suponiendo que el objetivo sea mejorar de manera sostenible los resultados económicos para más personas, ¿qué acciones pondrán el desarrollo de la IA en el camino correcto y se centrarán en empoderar a todos los trabajadores?

Problemas mecánicos

Contrariamente a la creencia popular, el aumento de la productividad no conduce necesariamente a una mayor demanda de trabajadores. La definición estándar de productividad es "producción promedio por trabajador", que es la producción total dividida por el empleo total. A medida que aumenta la producción por trabajador, se espera que aumente la disposición de las empresas a contratar trabajadores. Sin embargo, los empleadores no buscan aumentar el empleo basándose en el producto promedio por trabajador. Lo que les importa es el producto marginal, la contribución adicional que hace un trabajador al producir más o atender a más clientes. El concepto de producto marginal es diferente del de ingreso por producto o trabajador. El producto por trabajador puede aumentar incluso si el producto marginal permanece constante o disminuye.

Muchas tecnologías nuevas, como los robots industriales, amplían la gama de tareas realizadas por máquinas y algoritmos, reemplazando así a los trabajadores. La automatización aumenta la productividad promedio, pero no el producto marginal por trabajador. De hecho, es posible que puedas reducirlo. Durante los últimos 40 años, la automatización ha aumentado la productividad y duplicado las ganancias corporativas, pero no ha logrado generar prosperidad compartida en todo el mundo desarrollado.

Reemplazar trabajadores por máquinas no es la única forma de mejorar la economía. La historia lo ha demostrado, como explicamos en nuestro reciente libro, Poder y Progreso. Algunas innovaciones aumentan la contribución de las personas a la producción en lugar de automatizar tareas. Por ejemplo, las nuevas herramientas de software que ayudan a los mecánicos de automóviles y permiten una mayor precisión pueden aumentar la producción marginal por trabajador. Esto no tiene nada que ver con sustituir a los humanos por robots industriales.


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